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JAVIER ESPINOZA (1868-1869)

Juan Javier Espinosa y Espinosa. Presidente constitucional del Ecuador. Gobernó desde el 20 de enero de 1868 hasta el 19 de enero de 1869.

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Nació en Quito en 1815 y murió en la misma ciudad el 4 de septiembre de 1870. Fue un hombre de grandes dotes morales, tanto en su vida privada como en la pública. Austero y de mucho prodigio, perteneció a una distinguida familia de la capital. Como profesional, fue excelente abogado, aunque a la poste le faltaron dotes de gobernante. En su época, para ejercer el sufragio como ciudadano, se necesitaba saber leer y escribir, y tener la edad de 21 años, agregando la condición de "ser católico". Se limitaban, a su vez, las libertades de pensamiento, de palabra y de asociación; el presidente tenía atribuciones para apresar ciudadanos, ordenar allanamientos, confinamientos, es decir, todo aquello que a juicio del gobernante atentare contra el "orden público".
 Convocadas las elecciones presidenciales de 1868, por parte del Vicepresidente Arteta, encargado de la Presidencia, sale ungido el Dr. Javier Espinosa y Espinosa, a los 52 años de edad, para desempeñar la presidencia solo por el tiempo que le faltaba al señor Carrión.
Tomó posesión del mando el 20 de enero de 1868. Personajes de mucha prestancia colaboraron en el gobierno como los doctores Camilo Ponce y Julio Castro.
El domingo 16 de agosto de 1868, ocurrió un espantoso terremoto en la ciudad de Ibarra y sus contornos, en Ibarra no queda un habitante; en Otavalo y Cotacachi los edificios se van por los suelos. En Ibarra, murieron más de 20.000 habitantes, en Pichincha100, personas desaladas saquearon. Espinosa designó a García Moreno como Jefe Civil y Militar de Imbabura para que proceda a la reconstrucción de Ibarra, enfrente al hambre, las necesidades y enfermedades; una vez terminados los trabajos de reconstrucción de la ciudad blanca y acogedora los ibarreños retornaron a sus lares queridos desde los llanos de Santa María de la Esperanza, un 28 de abril de 1873.
Fue el más mortífero de los 24 terremotos registrados en el Ecuador desde 1541 hasta esa fecha. Murieron entre 15 y 20 mil personas, y quedaron sin hogar 50 mil. Las lluvias persistentes, la falta de sal a causa de la obstrucción del camino a Salinas (Imbabura), el saqueo de escombros y cadáveres por los indios bajados de los cerros, los asaltos a mano armada y la inoperancia del gobernador de la provincia, Manuel de Zaldumbide, aumentaron el horror del cataclismo. García Moreno se hallaba en el valle de Cayambe, en la hacienda de Guachalá de Juan Aguirre Montúfar, negociando el arriendo de esa propiedad de 12 mil hectáreas, 4.400 vacunos y 18 mil ovejas. Allá fue a verlo el ministro de lo Interior. Eran las cinco de la tarde del 22 de agosto.
A poco de resueltos los graves problemas suscitados por el terremoto de Ibarra, el gobierno comenzó a afrontar otros de diversa índole, pero también graves, como el de la sucesión presidencial para el nuevo período; se perfilaron dos tendencias: conservadora con Gabriel García Moreno y liberal con Francisco Javier Aguirre (Urbinista). Las elecciones presidenciales debían efectuarse en mayo de 1869. En octubre de 1868, Benigno Malo y 42 notables de Cuenca propusieron la candidatura de Francisco Xavier Aguirre, jurisconsulto guayaquileño de amplia experiencia política, diplomático y orador elocuente, a quien se escuchaba siempre con provecho. 
Antonio Borrero, uno de esos notables, escribió a García Moreno para convencerle de que apoyara la candidatura de Aguirre, "un término medio" entre los extremos de la candidatura de Pedro Carbo rechazada por los conservadores y algunos liberales, y la posible de García Moreno rechazada por "el partido llamado liberal que cree ver en usted una amenaza y un motivo constante de alarma e inquietud". García Moreno le respondió con evasivas. Al día siguiente de lanzada la candidatura de Aguirre, García hizo proclamar la suya en Cuenca, atacó a Aguirre insinuando que "si fuera elegido, sería el precursor necesario de un traidor para quien en esta República no puede haber más que el cadalso". Se refería a Urvina, cuñado de Aguirre.
La candidatura de Aguirre apoyada por el Club Republicano de Quito iba viento en popa. El presidente Espinosa se mostraba imparcial. García Moreno no estaba seguro de ser elegido. Como necesitaba gobernar para concluir lo iniciado en la primera presidencia, preparó un golpe de Estado. Propalaba en su periódico "La Estrella de Mayo" que la revolución de Urvina era inminente y justificaba en privado el paso que iba a dar. Lo dio el 16 de enero de 1869. Fue por la noche al cuartel de artillería, arengó a la tropa, marchó al frente de ella hacia el vecino palacio de Gobierno, exigió la renuncia de Espinosa, galopó esa misma noche a Guayaquil y consumó el golpe de Estado. Tanta eficacia fue posible por la complicidad de los generales Julio Sáenz y Secundino Darquea, comandantes de las plazas de Quito y Guayaquil. La fama de su talento organizador tras el terremoto de Ibarra contribuyó a que el pueblo aceptara el golpe de Estado.

 

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